Érase esa semana en la que acaricie el cielo
La que el tiempo erizó
Con la oportunidad de cortejar uno a uno, alguno, de sus segundos
Érase esa semana en que el aroma del buen aire
Supo contener un grito escabullido
Insólitamente disimulado de plenitud, en virtud de su taciturna gramática
Érase esa semana en la que los días morían en un sol tardío
Y las noches no esperaban atardecer ninguno.
Esa semana en que supe cuánto y cuán puede ser uno
O mejor, dos, desdoblando los instantes,
De los que descubrí, están hechos de todo, menos de instantáneos.
Fue esa semana que esperaré de retorno
Aunque estoy de vuelta y a punto de irme
Semana que siempre será
La que siempre querré y en la que siempre estaré
Mientras pueda
Si ella también me lo permite