El mundo
amaneció un día,
Nació de día,
en Lacandona.
Esa vez,
por primera vez,
estalló el océano.
Se estrenaron las estrellas.
Ríos contra mares,
riscos y montañas
selvas versus llanuras.
Las cicatrices de los terraplenes quedaron expuestas,
aunque una voz formada por vientos huracanados aclaró: “entre abiertas”.
Solo resistieron, inmunes,
los Caracoles.
Andando lento, parecen rengos,
Igual siguen avanzando,
zapateando pisan tan fuerte
y siempre tiembla el suelo,
haciendo cosquillear el miedo.
Hoy el año despertó
otra vez, por enésima vez
en Lacandona.
Salve Madre tierra.
Sálvame Selva Madre.
Si ante este levantamiento:
miento o desfallezco:
Aviéntame
para nunca más
resucitar
ni suscitar
ni recitar jamás, alguna otra vez,
tu nombre.