Pero el Espíritu dice claramente
Primera Epístola a Timoteo
que en los postreros tiempos
algunos traicionarán la fe,
escuchando espíritus engañadores
y doctrinas de demonios
Los creadores de la economía de mercado
Stefano Zamagni, Asesor Económico de Francisco
fueron los franciscanos. ¡Sí los franciscanos!
Pero la gente no lo sabe.
Fundaron los primeros bancos
porque tenían que resolver problemas [1].
Las confusiones que genera este acontecimiento lejos de ser casuales son causales e inducidas. Por lo tanto, merecen ser interpeladas. De otro modo, se pasarían por alto hechos fundamentales del sistema en cual actualmente vivimos: el capitalismo neoliberal, una época que antes que desvanecerse en la historia, desafortunadamente hoy por hoy se profundiza y se consolida gracias a las operaciones de alienación ideológica (el ocultamiento sistemático de las contradicciones) agenciadas por las élites globales, entre ellas, El Vaticano.
¿Francisco anti-capitalista? ¿anti-neoliberal?
Desde su asunción como Pontífice, el discurso vaticano ha venido lanzando diferentes diatribas “críticas” contra el sistema capitalista. Varios sectores conservadores dentro y fuera de la Iglesia Católica, como por ejemplo: The Economist, han sugerido tildar a Francisco de “comunista”. Otros menos aventurados matizan ese mote ubicando al Vicario de Cristo (omitiendo el lugar humano demasiado humano – decía Nietzsche – que ocupa Francisco en tanto primera figura de un Estado: El Vaticano, con todo lo que eso implica) como el Papa anti-capitalista o, por lo menos, anti-neoliberal. Más recientemente, lo mencionábamos al iniciar este escrito, como el (primer) ECO-Papa.
Pero si se analiza cuidadosamente y con mayor detalle el discurso y, sobre todo, qué personifica política y económicamente Francisco, las alusiones anteriores quedan por completo desmentidas. Peor aún. Las referencias empíricas que configuran el discurso papal permiten pensar que la pretensión en Laudato Si resulta ser todo lo contrario: la redención del capitalismo hoy realmente existente (el neoliberalismo) el cual – nunca hay que dejarlo de lado – se encuentra en medio de una de las crisis más espectaculares de su historia, entre ellas y muy significativamente, en su dimensión ideológica.
Eso sí hay que advertir que se trata de la redención del capitalismo aunque en una nueva versión, más puntualmente: un neoliberalismo de nuevo cuño ¿Qué significa esto?
El Papa neoliberal
Entre las diferentes corrientes de pensamiento que conforman el neoliberalismo, una de ellas de origen alemán: el Ordoliberalismo (ORDO) resulta ser una fuente clave e insoslayable para entender qué clase de neoliberalismo defiende el Vaticano en general y Francisco en particular.
- El neoliberalismo alemán se caracteriza por ser crítico del liberalismo del laissez-faire tanto en su versión clásica como en su manifestación contemporánea. De Eucken a Müller-Armack esta corriente neoliberal ha combatido taxativamente la idea según la cual la sociedad funcionaría armónica y perfectamente gracias a los automatismos de mercado.
- La “crítica” que realiza el neoliberalismo alemán no implica abandonar la idea neoliberal que el mercado sea primordial para la producción de la sociedad; sin embargo, sus posturas están lejos de avalar la supuesta omnipotencia de las lógicas de mercado (no así su omnipresencia).
- El neoliberalismo alemán no considera que el mercado lo resuelva todo. Antes bien, acepta que es imperfecto e, incluso, señala que la exagerada libertad (el libertinaje) de los mercados es simplemente dañina e indeseable; especialmente, por las implicaciones “sociales” negativas (p.e. descomposición social) las cuales podrían suponer arriesgar la continuidad del sistema capitalista como un todo.
- El neoliberalismo alemán está convencido entonces que las lógicas (y contradicciones) del mercado deben ser selectivamente “reguladas” (y “corregidas”) por el Estado. Al mismo tiempo previene que el mercado para que sea auténticamente “libre” (evitando el libertinaje) nunca debe ser intervenido ni dirigido (v.gr. planificado), situaciones que no deben confundirse con la propensión neoliberal presente en este tipo de neoliberalismo hacia la regulación estatal.
Así las cosas, la variante alemana es un tipo de neoliberalismo que no resulta fundamentalista ni defiende dogmáticamente la idea de mercado. Esta diferencia resulta crucial a la hora de distinguirlo del neoliberalismo anglosajón y norteamericano, posturas hegemónicas consideradas “extremistas” pero que aun así prevalecieron durante la era del capitalismo neoliberal en el siglo XX.
- El neoliberalismo alemán se propone construir lo que (auto)denomina una Economía Social de Mercado (ESM). A pesar que los adjetivos aquí pueden distorsionar el sentido de esta expresión, esta tentativa tiene menos de social y más de mercado. La ESM pretende “reconciliar” la libertad de mercado con los problemas sociales que las lógicas mercantiles mismas generan. El lema “Estado fuerte, economía libre” sintetiza cabalmente la impronta alemana de este tipo de neoliberalismo y, a diferencia del neoliberalismo angloamericano el cual promociona la inacción estatal/gubernamental y la desregulación, en la ESM el Estado se encargaría de garantizar (vía “regulación”) el funcionamiento del libre mercado corrigiendo sus fallos mediante medidas “sociales”.
- Con base en lo anterior, se ha intentado establecer una diferencia (insustancial y extraña, en todo caso) entre la Economía de Mercado, por un lado y la Economía Social de Mercado, por el otro. Didácticamente esta diferencia se podría ilustrar mejor a través de la distinción entre un neoliberalismo salvaje y un neoliberalismo del buen salvaje (es decir, con algo de “inclusión social”); ambos, al fin y al cabo, neoliberalismos.
- Desde la época de Juan XXIII y hasta el día de hoy con Francisco, pasando por Pablo VI (Populorum Progressio) Juan Pablo II (Centesimus annus) y muy especialmente con la impronta del papa teutón Benedicto XVI (Caritas in veritate), la Escuela Social de Mercado – es decir: la doctrina neoliberal alemana – se ha constituido como el referente ideológico del Vaticano, económica y políticamente hablando[3]. Las afinidades entre la ESM y la Doctrina de la Iglesia Católica son indudables y se pueden identificar textualmente sin ambages ni ambigüedades en las encíclicas. Sobre esta relación, bastaría recordar las palabras de W. Röpke, una de las figuras más prominentes del neoliberalismo en general y del alemán en particular, y quien acuñara por primera vez el término “neoliberalismo” en la década de 1930s para (auto)identificar a ese movimiento económico, político e intelectual, cuando con ocasión de la encíclica Mater et Magistra (1961), subrayaba: “el estrecho parentesco entre los lineamientos que entrega la encíclica y el mundo ideal que proponen los ‘neoliberales’”[4].
- Como una manera de fortalecer las afinidades entre el neoliberalismo de la Economía Social de Mercado y la Doctrina Católica, más recientemente, el cardenal Reinhard Marx, asesor económico y mano derecha de Francisco (antes de Benedicto XVI) en la Santa Sede, uno de los más acérrimos protectores de la hermenéutica vaticana, ha venido insistiendo sobre una extraña distinción, la cual resulta esclarecedora para entender el verdadero contenido de los mensajes de Francisco. En una entrevista titulada: “Distinguiendo el Capitalismo de la Economía de mercado, importante cardenal defiende los comentarios económicos del Papa”, Reinhard Marx despejó la bizarra pero privativa diferencia que realiza el discurso vaticano entre el capitalismo (financiero), por un lado y la economía (social) de mercado, por el otro. Allí aclaró que:
En síntesis, la postura ideológico política del Vaticano, plegada al neoliberalismo (aunque uno “de nuevo cuño”, tal y como proponía Müller-Armack) “critica” los excesos del capitalismo financiero pero, al mismo tiempo, defiende una suerte de neoliberalismo con rostro humano[6]; más exactamente: la humanización del mercado[7].
Es bajo el marco de referencia ideológico del neoliberalismo, y no otro, que deben interpretarse los mensajes franciscanos. Especialmente cuando de asuntos económicos y políticos se trata. Los más recientes llamados “ecológicos” que instala la encíclica Laudato Si deberían entonces supeditarse a este juego del lenguaje (diría Wittgenstein, ¡primo de Hayek!) para poder acceder al verdadero sentido que suponen.
¿ECO-Encíclica o Ecología Social de MERCADO?
La invocación “ecológica” desde El Vaticano no es una genialidad novedosa ni privativa del papa Francisco.
Hace varios años el tema de la ecología, otrora: los asuntos medioambientales, es una de las demandas que más se ha insistido por parte de poderosos sectores políticos vinculados con la Iglesia Romana[8]. Por ejemplo, la COMECE en tiempos de Benedicto XVI, proponía:
La tesis sobre una futura catástrofe, de no aplicar los correctivos necesarios (morales, éticos, políticos, económicos y ahora: ecológicos) para superar las crisis, primero, de la fe católica (recordemos los escándalos que involucran a la Santa Sede y resultan con la salida de Ratzinger) y, segundo, del sistema capitalista, se han sentido con ímpetu.
Es más. Laudato Si intentaría actualizar los tópicos ecológicos que antes – por distintas razones – habían quedado eclipsados o rezagados ante problemáticas más urgentes y elevarlos oficialmente en la perspectiva vaticana.
La intención, en todo caso, parece ser transformar la Economía Social de Mercado en una Economía “Eco-social” de Mercado o, simplemente, en una Ecología Social de Mercado (EcSM). Esta reconocimiento sería una cuestión urgente para la ideología del neoliberal-catolicismo pues hay que complementar la ESM no sólo incorporando medidas “sociales” sino llamando la atención sobre “lo medioambiental”, una problemática que el neoliberalismo alemán no había tenido en cuenta sistemáticamente. Desde luego, el objetivo aquí es avanzar en la reconstrucción del capitalismo y enfrentar mejor la crisis de su fase actual: el neoliberalismo[10]. Nótese, por ejemplo, que en el análisis eco-social de Francisco, la palabra “capitalismo” brilla por su ausencia (ni siquiera en la extraña distinción vaticana de: “capitalismo financiero”); no así, “gobernanza de los bienes comunes”, una expresión sofisticada que confunde pero que está en sintonía fina con los horizontes neoliberales que últimamente intentan capturar ese debate[11].
La Ecología Social de Mercado ha sido una idea ventilada en distintos escenarios del neoliberalismo alemán, por lo menos desde la década de 1990s. Entre otros, el Instituto Walter Euken y la Konrad Adenauer Stiftung (¡organizaciones que llevan por nombre a dos representantes paradigmáticos del neoliberalismo alemán¡), han sido los espacios donde han coincidido sistemáticamente antes y ahora, por un lado, Reinhard Marx insistiendo en la tesis de la “responsabilidad ecológica” y, por el otro, Manfred Vohrer, referente en la materia y quien ha llamado explícitamente al tránsito de la ESM hacia la EcSM con el fin de “reconciliar” las consideraciones económicas y ecológicas en la economía de mercado[12].
Esta cuestión no se ha limitado al debate informal y abstracto de ideas. Se ha instalado en el campo político y de las políticas públicas, por lo menos en Europa. Un reporte de la Comisión de Ambiente, Salud Pública y Protección al Consumidor del Parlamento Europeo, subtitulado: Economía ecológica de mercado Instrumentos económicos y fiscales de la política ambiental de autoría de M. Vohrer en 1991, definía taxativamente:
Situaciones como las que antes comentamos, en todo caso, pasan desapercibidas. Y en medio del júbilo que ha instalado del jubileo de la última encíclica, la reflexión crítica podría dar paso rápidamente hacia un quietismo cándidamente exaltado que resulta hoy inquietante.
Bienvenido sea el debate que “abre” el papa Francisco. No obstante, ello no habilita obnubilar las tentativas ideológicas que suponen este tipo de apuestas.
¿Eco-socialismo o Eco-social-neoliberalismo? Disyuntivas para esta época
Hay que hacer urgente el llamado a varios eco-socialistas nuestramericanos quienes con entusiasmo no sólo han difundido rápida y acríticamente el mensaje vaticano sino que también lo vienen enalteciendo mediáticamente en forma exuberante.
De lo contrario, no se entendería cómo conciliar que ellos mismos en el pasado inmediato han interpuesto valiosas críticas frente a las conducciones gubernamentales de procesos reales (p.e. los Socialismos del Buen Vivir en Bolivia o del Vivir Bien en Ecuador) con el fin de retomar y corregir los rumbos de emancipación populares abiertos para el nuevo milenio, mientras que ahora parecerían plegarse en un acto de fe ciega-sordo-muda a la retórica formal de la ecología social de mercado. Aquí existe una diferencia política e ideológica clave y fundamental que no puede pasarse por alto.
Porque si se trata de agotar este debate en el terreno de las puras abstracciones y la sola retórica bona fide de los discursos, el Socialismo del Suma Qamaña, por dar solo este ejemplo, apuesta “humanizar la naturaleza y naturalizar al ser humano” (frase de Marx que invoca constantemente el vicepresidente de Bolivia, A. García Linera); una cuestión bastante diferente sería apoyar la propuesta franciscana de “humanizar el neoliberalismo” (¿ecologizar?), ya lo dijimos, una contradicción en los términos – y de paso, un acto contrario a cualquier horizonte que se proclame verdaderamente cristiano, pensamos -, por más sofisticación teórica y coloración filosófica que quiera imponérsele a los dictados que fundamentan la mentada “Encíclica Verde”.
Esta afortunada disyuntiva en la batalla de ideas valdría para aclarar si el camino es seguir construyendo y profundizando el eco-socialismo en tanto un socialismo ecologista (¡el socialismo del siglo XXI será ecologista o no será!), o, si por el contrario, estamos ante un sendero ideológico que peregrinará hacia los dictados eco-sociales del libre mercado en la reconstrucción del neoliberalismo del siglo XXI. Dos cuestiones – insistimos – diametralmente diferentes.
Por último, no resultaría ocioso plantear la suspicacia que, en medio de este debate, el itinerario escogido por El Vaticano para la próxima visita de Francisco a NuestrAmérica no fue Brasil (el país de la región con mayor número de católicos) ni Argentina (su país natal). No. La gira justamente se concentrará en países del Socialismo del Siglo XXI: Ecuador, Bolivia y Cuba (además de Paraguay y los Estados Unidos). Tres de ellos “casualmente” figuran hoy como fuentes paradigmáticas de complejos procesos populares donde el Suma Qamaña (aymara), el Suma Kawsay (quíchua) y el Ñandareco (guaraní) – es decir, horizontes para el Buen Vivir / Vivir Bien de los pueblos – han emergido como matrices civilizatorias, alternas y nativas: ¡alternativas!, no sólo en contra del neoliberalismo en cualquiera de sus versiones sino, más allá, como propuestas potencialmente anti-capitalistas.
Al fin y al cabo, estos horizontes sí son consecuentes y sobre todo conscientes que la crisis ecológica hoy vigente que amenazan la naturaleza y la humanidad por igual, sólo resulta ser el síntoma de una enfermedad que se llama: Capitalismo (J. Riechmann dixit), el neoliberalismo hoy existente.