Sólo hace falta

Hey!
Hay un horizonte
cargado de Kenningar,
repleto de Alephs.
de boreales incompletas,
madrugadas insomnes.
Despierta con un té.
O, mucho mejor: con un qué, un por qué.
Tíldalos, tíñelo, con un grito desahuciado
para que la simpleza desperece
y se imponga para siempre nunca dejar de izar los brazos.
Hoy no hacen falta ni sobran tampoco los reproches.
Huí.
Es mi (des)ventura, y al mismo tiempo, mi (des)dicha.
(Buenos Aires, 20 de julio de 2011)
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