Naturalezas

Una mujer desnuda y en lo oscuro
Una mujer querida o a querer
Exorciza por una vez la muerte
Mario Benedetti, Una mujer desnuda y en lo oscuro

¿Conoces las luciérnagas?
Son preámbulo de lluvia, preciso anuncio que el cielo llora con o sin requiebros la
noche avisa, no muy alegremente, antagonizar con la armonía de la música natural
viento y hierba componen interminables sinfonías de quietud
al son de la rivalidad entre la luz y la niebla
Entonces se levanta Marte con potencia cuando el rey sol ha muerto
mientras aguarda que Venus aparezca al Oeste
esperando asegurar la custodia de la Luna
para luego palidecer con lentitud
como si no quisiera retirar su presencia de la latitud perfecta:
Esa es la noche
Sé que aún vemos dos lunas, dos martes
y siempre discutimos cuándo y dónde presenta Venus su indicio:
no pretendo convencerte
Tampoco que conozcas las luciérnagas,
el olor dulce de la mañana después de llover y el claustro de los dioses recogido por
las estrellas en la sombra
Menos pretendo que me convenzas
Quiero no creer para creer no querer
Mejor no hablemos: somos dos universos
mejor, reconozcamos que cuando veo mi reflejo en tus ojos, veo mi naturaleza en ti
No hay noche, ni día ni cielo que contrastar
Veo nuevamente las luciérnagas, la Luna y mis estrellas:
es el minuto que necesito para exorcizar la muerte, aunque sea por una vez.
¿Para qué pido, entonces, que conozcas las luciérnagas?
Si he dejado muchas de mis lágrimas, sin que tú lo sepas, en ti
Y esa es la pasión que nos exige(n) nuestro(s) destino(s).
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