En el país paraíso que soñaron sus pueblos ancestrales, de seguro Jacobo Arbenz y antes Miguel Ángel Asturias, en la tierra del quetzal donde todavía hoy incólumes Tikal y Yaxha siguen desafiando los siglos, se ubica un centro universitario que despliega, o mejor habría que decir: exhala, sin consideraciones ni contemplaciones neoliberalismo. Por sus pasillos se exhiben constantemente imágenes y frases cuidadosamente elegidas de quienes en esa universidad los autoproclaman como “los filósofos de la libertad”. Von Hayek, von Mises, Rand y, entre ellos, Ayau (el único “nativo”), entre muchos otros integrantes de la Sociedad de Mont-Pèlerin. Estos personajes penden también en gigantescas fotografías guindadas en varias plazas bautizadas con sus nombres y en las oficinas administrativas se los puede ver en maquetas y vestidos de “súper héroes” como contrapartes de la imaginada “Liga de la libertad”. Este espectáculo adorna uno de los senderos que conduce a la entrada del Museo Popol Vuh, lugar donde se conserva el libro sagrado de Los Mayas. Dentro de la universidad ni siquiera hay oportunidad para comer, pues nadie puede librarse de este bombardeo de iconos ya que las mesas de las cafeterías están “decoradas” con la imagen de Ludwig von Mises; cada vez que uno se lleva algo a la boca aparece El Von (que sería un equivalente al “Don” para la aristocracia austriaca) quien parece estuviera vigilándote. En la Universidad Francisco Marroquín no bastó con la biblioteca inaugurada en su nombre y la avanzada llegó hasta los comederos. Pero se sabe que el neoliberalismo nunca entra por la boca. Guatemala, el “Ensayo general de la violencia en América Latina”, como lo escribiera Eduardo Galeano hace más de medio siglo, el neoliberalismo tal y como sucedió a lo largo y ancho de Nuestra América aterrizó primero bajo la forma militar y, luego, transmutó encarnado en los técnicos y los expertos, los llamados “doctores de la economía”. El neoliberalismo ha llevado a la tierra de los hombres y las mujeres, hijos e hijas, nietos y bisnietas del maíz hacia el constante desastre: la catástrofe, siempre hacia lo peor. Más pronto que tarde, Guatemala tendrá que ser GuateMAYA y dejará ser Guatepeor, el país de la “eterna Dictadura”.