La crisis energética hoy en curso: la escasez absoluta y relativa de las fuentes y reservas fósiles no renovables y minerales (dicho sea de paso: insumos decisivos para el modo de producción capitalista empezando por el petróleo, el carbón, las llamadas “tierras raras”, etcétera), se constituye en una de las dimensiones claves que convergen en el cuadro de complejidades que exhibe actualmente la Crisis del capitalismo de época. De hecho, la crisis energética en particular reproduce fractalmente las características esenciales y orgánicas de la Crisis en general y, en este sentido, resulta ser también una crisis de carácter estructural, global y de largo plazo tanto desde el punto de vista retrospectivo como – más grave aún – prospectivo. De allí que revelar las especificidades y el rol que implica la cuestión energética dentro de esta Crisis es un ejercicio político trascendental.